Todo comenzó con la idea de visitar un país diferente a Puerto Rico, un lugar no tradicional. Ciertamente cumplimos nuestro objetivo en Islandia. Ya se enterarán el por qué.
Inicialmente viajaría junto a mi novia, Franceli, pero por compromisos de su trabajo fue imposible acompañarme; fue cuando dije “pues me voy a viajar solo”, claro, con todos los permisos habidos y por haber. Esa idea de viajar solo me llevó a una búsqueda en internet de aquellos países aptos para este tipo de travesía. Desde ese momento supe que viajaría a Islandia, un país que se caracteriza sus encantos naturales, su gente y su buena estructura de turismo.
No tuve mucha preparación para el viaje, dos meses con anticipación, a lo mucho. En la marcha, mi amigo Rody se motivó a acompañarme en este gran viaje. Desde ese momento, Islandia parecía ser una realidad y el comienzo de una gran aventura.
Así que, con cámara y trípode en mano, nos lanzamos a la “tierra de hielo”. Estaba muy ilusionado con tomar buenas fotos de los atributos naturales y sus grandes cascadas, para mi desgracia, perdí el trípode al segundo día.
Las fotos de este viaje fueron tomadas entre los dos; Rody se graduó de fotógrafo.